jueves, 2 de julio de 2009

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Anoche me volvieron las ganas tremendas de llorar…
y lloré. Lloré como no lo había hecho en años
y aunque la razón fue algo demasiado inusitado,
me desahogue como nunca antes lo había hecho.

Todo empezó por la tarde, me fui a mi casa antes de la una,
tenía un compromiso que no podía romper una vez más,
llegué a mi casa, mi abuela me esperaba sentada bordando un delantal,
me ofreció de comer y pues acepte sin pensar.

La cocina está descubierta, no es nada especial,
a no ser porque estaba mi abuela me hubiera parecido un mal lugar,
a lo lejos en el tronco de un árbol años antes derribado y que se empeña en retoñar,
una mochila vieja cansada de tanto esperar.

¿De quién es esa mochila? – pregunté sin pensar,
de Lidia – respondió mi abuela mientras cocinaba.

(Silencio casi eterno)

¿Y que tiene adentro, por qué no se la lleva a su casa? – volví a preguntar.
Porque no la necesita – dijo mi abuela una vez más.
Era ropa de la finadita Eli – me dijo y ya no volvió a hablar.

(Gran bocota, gran idiota… ¿no hubiera sido mejor callar?,
Pero ya qué ya la cagué… mejor ya ni hablar).

Y me quedé pensando en aquella preciosa niña,
las tardes después de la escuela, los paseos en bici,
las noches en velas contando cuentos sin chiste.

Cómo fue que pasó que ni me di cuenta,
una mañana amaneció y la noticia fue que estaba muerta,
las tardes de llanto se prolongaron por muchos años,
y aunque pensé haberlo superado,
hoy me doy cuenta que aún no he terminado.

Pero no lloré, mi abuela tampoco, imperó el silencio y la nostalgia,
las tortillas calientes y el plato de frijoles con salsa,
todo fue motivo de distracción para no dejar rodar las lagrimas.

El tiempo pasó en silencio…

Por la noche una película fue la excusa,
Bridge to Terabithia, de Markus la película favorita,
magia, imaginación y fantasía, todo bien hasta el climax,
¡que se muere la niña!… y con ella mi decisión de no llorar,
las lágrimas empezaron a brotar de la nada,
era un falso pretexto lo que esperaba,
después de varios años de no pensar en ella,
anoche me puse a llorar y salí a ver las estrellas.

“Erick… mira al cielo, esas dos estrellas brillantes
son mis hermanitas que están en el cielo…
esa es Ema que las está cuidando…
y ahí, la más grandota, esa seré yo si algún día me muero”

Y así fue cómo una vez más me dejé en los brazos del llanto,
lágrimas que atan a lo que en verdad amamos,
espero que en donde quiera que esté siempre caminé a mi lado,
pues aunque pasen los años yo la seguirse recordando…

A Elizabeth.

…ˆºˆ…~≈∞•«†»•∞≈~…ˆºˆ…

2 comentarios:

Samuelósteles dijo...

El paréntesis final está de más amigo.

Lo importante de morir es poder irte, pero a veces retenemos a los que necesitan trascender umbrales de cosmos distantes.

Creo que a veces es necesario que cosas asì pasen para voltear a ver a los que nos rodean y poder disfrutarlos y concederles algo de nuestro tiempo.

Ánimo! El sábado hay fiesta!

Anónimo dijo...

Que triste historia
es muy dificil ver
como la vida de un dia
a otro te arranca algo
muy preciado, anoche
que vi Bambi II se me
quedó una frase que le
dijo su mamá:
"Todo en el bosque tiene
su tiempo, cuando algo cae,
algo nuevo renace"
en nosotros en vez de bosque
podría ser mundo...

Otra frase de la peli de batman
"Muere como un heroe o vive lo suficiente para verte convertido en villano" bueno talvez no viene
al caso con Eli pero en fin
son frases que me han dejado pensando mucho....

TE QUIERO MUCHO ERICK!!
XoOXoO